La rutina, o tal vez no sea la rutina, la necesidad de descubrir rincones, ver gente y conocer costumbres nuevas nos han llevado a planear un viaje relámpago a una ciudad llena de vida con colores frescos y gente amable que ha echo nuestra estancia muy amena y relajada.
Estas eran las vistas desde el hotel, un día lluvioso con fuerte viento que azotaba la cristalera, ideal para relajarse y pensar mientras contemplaba un mar embravecido.
Os muestro a continuación un puñado de fotos de la gran ciudad lusa que tanto desconocía y que ahora jamás olvidaré, es mas, siempre perdurará en mi corazón la belleza de esta, así como su gente.
Espero les gustase esta mini experiencia, un abrazo!